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No recuerdo si lo hice- def:maeva

No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:50 Página 7 ÁLVARO ABELLA VILLAR No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 9 Para Alice Gervase O'Neill LaPlante No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 11 No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 13 Ha pasado algo. Siempre se sabe. Recuperas la consciencia y descubres el destrozo: una lámpara rota, un rostro humanodesolado que se difumina justo cuando estás a punto de reco-nocerlo. A veces, es alguien con un uniforme: un paramédico,una enfermera. Una mano extendida con una pastilla. O dis-puesta a clavar una aguja.
En esta ocasión, me encuentro en una habitación, sentada en una fría silla metálica plegable. La estancia no me resulta fami-liar, pero ya estoy acostumbrada a eso. Busco pistas: ambienta-ción de oficina, amplia y llena de sillas y ordenadores, desordende papeles. Sin ventanas.
Apenas puedo distinguir el verde pálido de las paredes, de tantos carteles, recortes y anuncios clavados con chinchetas. Laluz de los fluorescentes provoca sombras. Hombres y mujereshablando; entre ellos, no conmigo. Algunos llevan trajes holga-dos, otros van en vaqueros. Y más uniformes. Supongo que unasonrisa estaría fuera de lugar. El miedo, puede que no tanto.
Todavía soy capaz de leer, aún no he llegado a ese punto, toda- vía no. Libros, ya no, pero artículos de periódico, sí. Reportajesde revistas, si no son muy largos. Tengo un método. Saco unahoja de papel rayado. Tomo apuntes, como en la Facultad deMedicina.
Cuando me pierdo, leo las notas. Las consulto. Puede lle- varme dos horas acabar un solo artículo del Tribune, medio díaleerme The New York Times. Ahora, sentada a la mesa, tomo unpapel que alguien ha dejado, un lápiz. Escribo en el margen No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 14 mientras leo. Estas soluciones no son más que un parche. Los brotesviolentos persisten. Recogen lo que sembraron y deberían arrepentirse. Más tarde, miro esas notas pero solo me dejan una sensación de malestar, de descontrol. Un hombre corpulento vestido deazul se cierne ante mí, con la mano a centímetros de mi brazo.
Listo para agarrar. Reprimir.
¿Entiende los derechos que acabo de leerle? Teniendo en cuenta estos derechos, ¿desea hablar conmigo? Quiero irme a casa. Quiero irme a casa. Estoy en Filadelfia.
Estaba en la casa de Walnut Lane. Jugábamos al kickball* en lacalle.
No, esto es Chicago, distrito Cuarenta y tres, barrio Veintiuno. Hemos llamado a sus hijos. A partir de este momento, puede decidirponer fin a esta entrevista acogiéndose a estos derechos.
Deseo poner fin. Sí.
Hay un gran letrero pegado a la pared de la cocina. Las pala- bras, escritas con un rotulador grueso negro con mano tem-blorosa, serpentean por el cartel: «Me llamo doctora JenniferWhite. Tengo sesenta y cuatro años. Padezco demencia. Mihijo, Mark, tiene veintinueve años. Mi hija, Fiona, veinticuatro.
Una cuidadora, Magdalena, vive conmigo».
Todo está muy claro. Entonces, ¿quiénes son todas esas otras personas que están en mi casa? Gente, extraños, por todas par-tes. Una mujer rubia a la que no reconozco tomando té en micocina. Puedo atisbar movimiento en el salón. Doblo la esquina,entro en la sala de estar y me encuentro con un rostro más. Lepregunto, ¿Y tú quién eres? ¿Quiénes son todos esos? ¿La cono-ces? Señalo hacia la cocina, y se ríen.
* Deporte callejero similar al béisbol, muy popular en Estados Unidos.
(N. del T.) No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 15 Yo soy ella, dicen. Yo estaba allí, ahora estoy aquí. Soy la única persona que hay en la casa, aparte de ti. Me preguntan siquiero un té. Me preguntan si quiero salir a dar un paseo. ¿Soyun bebé?, digo. Estoy cansada de las preguntas. Me conoces, ¿ver-dad? ¿No te acuerdas? Magdalena. Tu amiga.
El cuaderno de notas es una forma de comunicarme conmigo misma, y con los demás. De llenar los períodos en blanco.
Cuando todo está envuelto en brumas, cuando alguien mencionaun evento o una conversación que no puedo recordar, hojeo laspáginas. A veces me consuela leer lo que hay. A veces, no. Es mibiblia de la consciencia. Vive en la mesa de la cocina: grande ycuadrado, con una cubierta de cuero repujado y papel gruesode color crema. Cada entrada lleva una fecha. Una mujer amableme invita a sentarme frente a ella.
Escribe: «20 de enero de 2009. Notas de Jennifer». Me pasa el bolígrafo. Dice, Escribe lo que ha pasado hoy. Escribe sobre tuinfancia. Escribe lo que recuerdes. Recuerdo mi primera artrodesis de muñeca. La presión del bisturí sobre la piel, el ligero tirón cuando finalmente rasgó. Laresistencia del músculo. Mis tijeras quirúrgicas rozando elhueso. Y, después, quitarme unos guantes ensangrentados dedoa dedo.
Negro. Todos van de negro. Caminan en grupos de dos y tres por la calle hacia la parroquia de Saint Vincent, envueltosen abrigos y bufandas que cubren sus cabezas y la parte infe-rior de la cara frente a lo que aparentemente es un viento cor-tante.
Estoy dentro de mi cálida casa, con el rostro frente a la ven- tana congelada, Magdalena rondando cerca. Solo puedo ver laspuertas de madera tallada de tres metros y medio. Están abiertasde par en par, y la gente entra. Hay un coche fúnebre delante, yotros vehículos en fila detrás, con las luces encendidas.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 16 Es Amanda, me dice Magdalena. El funeral de Amanda.
¿Quién es Amanda?, pregunto. Magdalena duda, y luego dice,Tu mejor amiga. La madrina de tu hija.
Lo intento. No lo consigo. Meneo la cabeza. Magdalena toma mi cuaderno. Pasa las páginas. Me señala un recorte deperiódico: Aparece muerta y mutilada una anciana en
CHICAGO TRIBUNE – 23 de febrero de 2009.
CHICAGO, IL. – El cadáver mutilado de una mujer de setenta y cinco años de Chicago fuedescubierto ayer en una casa del bloque 2100 deSheffield Avenue.
Amanda O'Toole apareció muerta en su casa después de que una vecina se fijara en que lle-vaba casi una semana sin recoger sus periódi-cos, según fuentes cercanas a la investigación.
Le habían amputado cuatro dedos de la manoderecha. Se desconoce el momento exacto de lamuerte, pero la causa se atribuye a un trauma-tismo en la cabeza, afirman estas fuentes.
No se ha echado en falta nada en su casa.
Nadie ha sido acusado, pero la Policía detuvo provisionalmente a una persona rela-cionada con el caso para luego ponerla enlibertad.
Lo intento, pero no consigo traer nada a mi memoria. Mag- dalena se va. Vuelve con una foto.
Dos mujeres. Una es unos cinco centímetros más alta que la otra, con un cabello largo, liso y blanco recogido en un moñoapretado. La otra, más joven, luce unos mechones grises ondu-lados más cortos que envuelven unas facciones cinceladas deaspecto más femenino. Seguramente fue hermosa, en el pasado.
Esta eres tú, dice Magdalena, señalando a la más joven. Y esta de aquí, esta es Amanda. Analizo la fotografía.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 17 La mujer más alta tiene un rostro interesante. No precisa- mente hermoso. Ni lo que se diría agradable. Demasiado afiladoen la nariz, líneas quizá de desdén grabadas en los carrillos. Lasdos mujeres están de pie, juntas pero sin tocarse, aunque se apreciacierta afinidad.
Intenta recordar, me insiste Magdalena. Podría ser importante.
Su mano se posa con fuerza en mi hombro. Quiere algo de mí.
¿El qué? Pero de repente me siento muy cansada. Me tiemblanlas manos. El sudor corre entre mis pechos.
Quiero irme a mi cuarto, digo. Aparto de un golpe la mano de Magdalena. Dejadme tranquila.
¿Amanda? ¿Muerta? No puedo creerlo. Mi querida y adorada amiga. La madrina de mis hijos. Mi confidente en el barrio. Mihermana.
De no ser por Amanda, habría estado sola. Yo era diferente.
Siempre apartada. La que se quedaba fuera.
Aunque nadie se enteraba. Los engañaban las apariencias, tan fáciles de embaucar. Nadie comprendía las debilidadescomo Amanda. Me vio y me salvó de mi soledad secreta. ¿Ydónde estaba yo cuando ella me necesitaba? Aquí. Tres puertasmás abajo. Revolcándome en mis penas. Mientras ella sufría.
Mientras algún monstruo blandía un cuchillo y se colaba en sucasa para matarla. ¡Ay, el dolor! Demasiado dolor. Dejaré de tragarme las pas- tillas. Me llevaré el bisturí al cerebro y extirparé su imagen. Voya implorar justamente esa cosa contra la que llevo luchandotodos estos largos meses: el dulce olvido.
La mujer amable escribe en mi cuaderno. Firma con su nom- bre: Magdalena. Hoy, viernes 11 de marzo, ha sido otro día malo. Tehas tropezado en un escalón y te has roto un dedo del pie. En urgencias,te escapaste al aparcamiento. Un celador te trajo de vuelta. Le escupiste. La vergüenza.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 18 Este medio estado. La vida en las sombras. Mientras los ovillos neurofibrilares proliferan, mientras las placas seniles se endure-cen, mientras las sinapsis dejan de disparar y mi mente se pudre,sigo consciente. Una paciente sin anestesiar.
La muerte de cada célula me pincha donde más sensible soy. Y gente a la que no conozco me trata como si fuera unaniña. Me abrazan. Intentan agarrarme de la mano. Me llamancon apodos pueriles. Jen. Jenny. Acepto con amargura el hechode que soy famosa, querida, incluso, entre extraños. ¡Una cele-bridad! Soy toda una leyenda, pero solo en mi mente. Últimamente, mi cuaderno está lleno de advertencias. Mark está muy enfadado hoy. Me ha colgado. Magdalena dice que no hablecon nadie que llame. Que no abra la puerta cuando ella esté haciendo lacolada en el baño. Luego, con una letra distinta: Mamá, no estás segura con Mark. Cédeme la tutela médica a mí, Fiona. De todos modos, es mejor que latutela médica y la financiera estén en las mismas manos. Algunas cosasestán tachadas, no, totalmente eliminadas, con un rotuladorgrueso negro. ¿Por quién? De nuevo, mi cuaderno: Mark ha llamado. Dice que mi dinero no me salvará. Que debo escucharlo. Que hay otras acciones que debemos hacerpara protegerme.
Luego: Mamá, he vendido acciones de IBM por un valor de 50.000 dólares para el anticipo de la abogada. Viene recomendada para casosque tratan sobre incapacidad mental. No tienen pruebas, solo teorías.
El doctor Tsien te ha prescrito 150 miligramos de Seroquel para contro-lar los episodios. Volveré mañana, sábado. Tu hija, Fiona.
Estoy en un grupo de apoyo de Alzheimer. La gente viene y se va. No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 19 Esta mañana Magdalena dice que es un buen día, podemos intentar asistir. El grupo se reúne en la iglesia metodista deClark, pequeña y gris, con paredes de tablones de madera yunas chillonas vidrieras de colores primarios.
Nos reunimos en el salón parroquial, una gran habitación con ventanas que no se abren y suelo de linóleo moteado con lasmarcas de rayones de las sillas plegables de metal. Un grupo vario-pinto, seremos una media docena, con nuestras mentes en variosestados de desnudez. Magdalena espera fuera con las otras cui-dadoras. Se alinean en bancos en el oscuro pasillo, tejiendo yhablando bajito entre ellas, pero atentas, preparadas para levan-tarse y llevarse a los enfermos a su cargo ante el más mínimoasomo de problemas.
Nuestro responsable es un joven con el título de trabajador social. Tiene una cara amable e insegura, y le gusta empezar conpreámbulos y un chiste. Me llamo Nomeacuerdo y soy nosequé. Serefiere a lo que hacemos como los Dos Pasos en Círculo. El pri-mer paso es admitir que tienes un problema. El segundo paso es olvidarque tienes ese problema. Siempre consigue arrancar una risa, de algunos porque recuerdan la broma de la sesión anterior, pero de la mayoríaporque para ellos es nueva, no importa cuántas veces la hayanoído.
Hoy es un buen día para mí. Me acuerdo. Incluso añadiría un tercer paso: El tercer paso es acordarte de que te olvidas. El tercerpaso es el más duro de todos.
Hoy hemos hablado sobre actitud. Así es como lo llama el responsable. A todos os han dado este diagnóstico extraordina-riamente inquietante, dice. Todos sois gente culta, inteligente.
Sabéis que se os está acabando el tiempo. Lo que hagáis con éles cosa vuestra. ¡Sed positivos! Tener Alzheimer puede ser comoir a una fiesta donde resulta que no conoces a nadie. ¡Pensad enello! ¡Cada comida puede ser la mejor de vuestra vida! ¡Cadapelícula, la más fascinante que hayáis visto! Tened sentido delhumor, dice. Sois un visitante de otro planeta, y estáis estudiando lascostumbres locales.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 20 Pero ¿qué pasa con el resto de nosotros, para quienes las paredes se están estrechando?, ¿a quienes siempre nos dio pánicoel cambio? A los trece años, dejé de comer durante una semanaporque mi madre había comprado sábanas nuevas para micama. Para nosotros, la vida ahora es terriblemente peligrosa. Encada esquina se esconde un riesgo. Así que asientes ante todoslos extraños que se te presentan por la fuerza. Te ríes cuando losdemás se ríen, te pones seria cuando se ponen serios. Cuando lagente te pregunta ¿Te acuerdas?, asientes un poco más. O tuer-ces el gesto primero, pero luego dejas que se ilumine tu cara,confirmando que recuerdas.
Todo esto es necesario para sobrevivir. Soy una visitante de otro planeta, y los nativos no son muy amistosos. Abro sola mi correo. Luego, desaparece. De repente. Hoy, peti- ciones para salvar a las ballenas, salvar a los pandas, por un Tíbetlibre.
Mi extracto bancario muestra que tengo 3.567,89 dólares en una cuenta corriente del Bank of America. Hay otra notifi-cación de un agente de bolsa, Michael Brownstein. Lleva minombre en el encabezamiento. Mis activos han caído un dieci-nueve por ciento en los últimos seis meses. Por lo visto, ahorasuman un total de 2.560.000 dólares. Añade una nota: No estátan mal como podría haber sido debido a su conservadora selección deinversiones y a una amplia estrategia de diversificación de la cartera. ¿2.560.000 dólares es mucho dinero? ¿Es suficiente? Con- templo las letras en la página hasta que se vuelven borrosas.
AAPL, IBM, CVR, ASF, SFR. El idioma secreto del dinero.
James es taimado. James tiene secretos. Algunos los conozco; la mayoría, no. ¿Dónde está hoy? Los niños han ido al colegio. Lacasa se encuentra vacía, a excepción de una mujer que pareceser una especie de asistenta del hogar. Está ordenando los librosen el salón, tarareando una canción que no reconozco. ¿La ha No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 21 contratado James? Probablemente. Alguien debe ocuparse demantener las cosas ordenadas, para que la casa parezca bienatendida; yo siempre me he mostrado reticente a las labores delhogar, y James, aunque es un ordenado compulsivo, está dema-siado ocupado. Siempre de aquí para allá. En misiones de pai-sano. Como ahora. Amanda no lo aprueba. Los matrimonios tie-nen que ser transparentes, dice. Deben aguantar el resplandor de laluz del sol. Pero James es un hombre sombrío. Necesita estarcubierto, florece en la oscuridad. El propio James lo explicóhace tiempo, se inventó la metáfora perfecta. O, mejor dicho, laarrancó de la naturaleza. Y aunque no me fío de las categori-zaciones demasiado estrictas, esta sonaba convincente. Era undía caluroso y húmedo de verano, en la casa de la infancia deJames en Carolina del Norte. Antes de que nos casáramos.
Habíamos salido a dar un paseo después de cenar mientras seponía el sol y apenas doscientos metros más allá del porche tra-sero de la casa de sus padres nos encontramos en medio de unbosque virgen, oscuro, con árboles regados de musgo blanco,nuestras pisadas apagadas por el manto de hojas muertas quecubrían el suelo. Ramas de helecho se desplegaban entre larocalla, y alguna seta brillaba en solitario. James las señaló. Vene-nosas, dijo. Cuando habló, un pájaro cantó. Por lo demás, silencio.
Si había un camino, yo no podía verlo, pero James avanzabafirme y, como por arte de magia, se abría una senda ante nosotros.
Habíamos recorrido quizá medio kilómetro, la luz decayendominuto a minuto, cuando James se detuvo. Señaló algo. A lospies de un árbol, entre una masa de musgo verde y amari-llento, algo brillaba con un blanco fantasmal. Una flor, una florsolitaria sobre un largo tallo blanco. James soltó un suspiro.
Tenemos suerte,
dijo. A veces puedes buscarlas durante días sinencontrar ninguna. ¿Y qué es?, le pregunté. La flor emitía luz propia, tan fuerte que varios insectos giraban a su alrededor, como atraídos por subrillo.
Una planta fantasma, dijo James. Monotropa uniflora. Se agachó y encerró la flor entre sus manos, con cuidado de no arrancarla No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 22 de su tallo. Es una de las pocas plantas que no necesitan luz. En reali-dad, crece en la oscuridad. ¿Cómo es posible?, pregunté.
Es un parásito. No realiza la fotosíntesis, sino que se alimenta de los hongos y árboles que la rodean, deja que otros hagan el trabajo duro.
Siempre he sentido cariño por ella. Admiración, incluso. Porque no esfácil. Por eso no están muy extendidas. La planta tiene que encontrar alhuésped apropiado, y deben darse las condiciones exactas para que flo-rezca. Pero cuando florece, es realmente espectacular.
Dejó la flor yse levantó.
Sí, puedo verlo, dije.
¿Puedes?, preguntó James. ¿De verdad puedes?Sí, repetí, y la palabra permaneció suspendida entre ambos en el ambiente cargado y húmedo, como una promesa. Unvoto.
Poco después de ese viaje, nos casamos discretamente en los juzgados de Evanston. No invitamos a nadie, habría parecidouna intromisión. El funcionario hizo de testigo, y terminamosen cinco minutos. En su conjunto, una buena decisión. Pero endías como hoy, en los que siento la ausencia de James como unaherida, me gustaría volver a estar en aquellos bosques, que, nosé muy bien cómo, siguen tan frescos y fuertes en mi memoriacomo el día en que estuvimos allí. Podría estirar el brazo yarrancar esa flor, ofrecérsela a James cuando vuelva. Un oscurotrofeo.
Estoy en el despacho de un tal Carl Tsien. Un médico. Mi médico, por lo que parece. Un hombre delgado y con entradas.
Pálido, del modo en que solo puede serlo un hombre que sepasa todo el tiempo metido entre cuatro paredes bajo luz arti-ficial. Un rostro benévolo. Aparentemente, nos conocemos bas-tante bien.
Me habla de antiguos alumnos. Usa la palabra nuestros. Nues- tros alumnos. Dice que debería sentirme orgullosa. Que dejé a launiversidad y al hospital un legado de un valor incalculable.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 23 Meneo la cabeza. Estoy demasiado cansada para fingir, despuésde haber pasado una mala noche. Una noche de paseos. Ir yvenir, ir y venir, del cuarto de baño al dormitorio, del dormi-torio al cuarto de baño, y vuelta a empezar. Contando los pasos,marcando un ritmo constante sobre las baldosas y el parqué.
Dando vueltas hasta que me dolían las plantas de los pies.
Pero este despacho despierta algo en mi memoria. Aunque no conozco a este médico, en cierto modo sus posesiones meresultan familiares. Una réplica de un cráneo humano sobre sumesa. Alguien ha puesto pintalabios en el maxilar de huesodonde estarían los labios y, abajo, una rudimentaria placa dicesimplemente: CARLOTTA LA LOCA. Conozco ese cráneo.
Conozco esa letra. Se fija en que estoy mirándolo. Tus bromassiempre fueron un poco raras, dice.
En la pared, sobre el escritorio, un antiguo cartel de esquí reza CHAMONIX con letras de un rojo brillante. «Des conditionsde neige excellentes, des terrasses ensoleillées, des hors-pistes mythi-ques.» Un hombre y una mujer, vestidos con la abultada ropade principios del siglo XX, en equilibrio sobre unos esquíes enel aire por encima de una pronunciada pendiente blanca salpi-cada de pinos. Un dibujo imaginativo, no una foto, aunquetambién hay fotos colgadas a izquierda y derecha del cartel. Enblanco y negro. A la derecha, una de una jovencita, sucia, encuclillas frente a una choza destartalada. A la izquierda, una deun campo yermo con el sol apenas visible sobre el horizonteplano y una mujer, desnuda, tumbada boca abajo con la barbi-lla apoyada en las manos. La mujer mira directamente a lacámara. Me produce repugnancia y aparto la mirada.
El médico se ríe y me da unas palmaditas en el brazo. Nunca aprobaste mi visión artística, dice. Lo llamabas «preciosista». AnselAdams descubre el Discovery Channel. Me encojo de hombros.
Dejo que su mano se quede en mi brazo mientras me conducea una silla. Voy a hacerte unas preguntas, dice. Tú simplemente contesta lo mejor que puedas. No me molesto en responder.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 24 ¿Qué día es hoy?El día de ir al médico.
Respuesta inteligente. ¿En qué mes estamos?Invierno.
¿Puedes ser más precisa?¿Marzo?Casi. Finales de febrero.
¿Qué es esto?
Un lápiz.
¿Qué es esto?Un reloj.
¿Cómo te llamas?No me insultes.
¿Cómo se llaman tus hijos?Fiona y Mark.
¿Cómo se llamaba tu marido?James.
¿Dónde está tu marido?Muerto. De un infarto.
¿Qué recuerdas de eso?Estaba conduciendo y perdió el control del coche.
¿Murió del infarto o del accidente?Clínicamente, fue imposible determinarlo. Podría haber muerto de una cardiomiopatía causada por una válvula mitraldefectuosa, o de un traumatismo craneal. Estaban muy iguala-dos. El juez optó por parada cardíaca. Yo, personalmente, habríaelegido la otra opción.
Seguramente te sentiste destrozada.
No, lo que pensé fue: así es James, una batalla constante entre su cabeza y su corazón, hasta el final.
Te lo tomas a la ligera. Pero recuerdo aquel momento. Por lo que No seas condescendiente conmigo. Aquello me daba risa.
Su corazón sucumbió primero. ¡Su corazón! De hecho, me reí.
Me reí mientras identificaba el cadáver. Un lugar tan frío y relu-ciente, la morgue. No había entrado en una desde los tiempos No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 25 de la facultad, y siempre las odié. Esa luz desagradable. El fríohelador. La luz, la baja temperatura y también los sonidos: zapa-tillas con suela de goma chillando como ratas hambrientas sobrelas baldosas del suelo. Eso es lo que recuerdo: James bañado enuna luz implacable mientras las alimañas correteaban. Ahora eres tú la que está siendo condescendiente. Como si yo no pudiera ver más allá de eso. El médico escribe algo en una tabla. Se permite sonreírme.
Has sacado diecinueve, dice. ¡Hoy lo has hecho muy bien! No veo tensión y Magdalena dice que la agresividad ha remitido. Seguiremoscon la misma medicación. Me lanza una mirada. ¿Tienes algo que objetar?Meneo la cabeza. De acuerdo, entonces. Haremos todo lo que podamos para que te quedes en tu casa. Sé que eso es lo que quieres. Guarda silencio unos instantes. Debo confesarte que Mark me ha estado insistiendo para que redacte un informe médico que élpueda usar para declarar tu incapacidad mental para tomar decisionesmédicas, dice. Me he negado. El médico se inclina hacia delante.
Te aconsejo que no dejes que te examine otro médico. No sin una ordenjudicial. Saca un papel de su archivador. Mira, te lo he escrito todo. Todo lo que acabo de decir. Se lo daré a Magdalena y le diré que lo guarde enun lugar seguro. He hecho dos copias. Magdalena le dará una a tu abo-gada. Puedes confiar en Magdalena, creo. Me parece que es de fiar. Espera mi respuesta, pero estoy concentrada en la foto de la mujer desnuda. En sus ojos hay duda y sospecha. Mira a lacámara. Detrás de la cámara. Me mira directamente a mí.
No encuentro las llaves del coche, así que decido ir andando a la farmacia. Compraré pasta de dientes, hilo dental y champú paracabellos secos. Igual algo de papel higiénico, de primera calidad.
Cosas normales. Hoy siento una inclinación a fingir que soy normal. Luego iré al supermercado y escogeré el pollo asadomás gordo para cenar. Una barra de pan reciente. A James le gus-tará. Pequeños placeres, compartimos nuestro amor por ellos.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 26 Pero tengo que salir rápido, y con sigilo. Intentarán dete- nerme. Siempre lo hacen.
No encuentro mi monedero. ¿Dónde estará? Siempre lo dejo junto a la puerta. No importa, ya encontraré a alguienamable. Les diré, «Soy la doctora Jennifer White y me he olvi-dado la cartera», y dirán, «Ah, claro, tenga algo de dinero», y yosimplemente menearé la cabeza y se lo agradeceré.
Recorro la calle a grandes zancadas, pasando junto a casas de piedra cubiertas de hiedra, con sus vallas de hierro forjado hastala altura de la cintura, encerrando pequeños jardines delanterosdispuestos con una perfección geométrica.
¿Doctora White? ¿Es usted?Un hombre de piel oscura con un uniforme azul, condu- ciendo una furgoneta blanca con un águila dibujada. Baja suventanilla y reduce la velocidad hasta ir a mi paso.
¿Sí?, digo, sin dejar de caminar.
No es el mejor día para andar por ahí. Desagradable.
Es solo un paseo, digo. Me aseguro de no mirarlo directa- mente. Si no los miras, igual te dejan en paz. Si no los miras, aveces lo dejan estar.
¿Quiere que la lleve? Mírese, está totalmente calada. Sin abrigo. Ay, Dios, y sin zapatos. Venga, súbase. No. Me gusta este tiempo. Me gusta sentir mis pies des- calzos sobre el cemento. Frío. Despertándome de mi estadosomnoliento.
¿Sabe? A esa señora tan simpática con la que vive no le hará gracia.
¿Y qué?Venga, tranquila. Habla con dulzura mientras sube la camio- neta al bordillo. Extiende ambas manos, con las palmas haciaarriba, y me hace un gesto con ellas. Suavemente.
No soy un perro rabioso.
No, no lo es. Claro que no. Pero no puedo pasar de largo sin hacer nada. Sabe que no puedo, doctora White. Me aparto el pelo helado del rostro y sigo andando, pero él avanza con su camioneta a mi lado. Toma su teléfono. Si marcasiete números, no pasa nada. Si marca tres, es malo. Eso lo sé.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 27 Me detengo y espero. Undostrés. Se para. Se lleva el teléfono ala oreja.
Espera, digo. No. Doy la vuelta por delante de la camioneta.
Abro la puerta de un tirón y me monto a su lado. Cualquiercosa con tal de detener esa llamada. Detener lo que sucedería.
Cosas malas. Apaga ese teléfono, digo. Apaga ese teléfono. Duda.
Oigo una voz al otro lado. Mira el teléfono, y lo cierra. Meofrece lo que se supone que es una sonrisa tranquilizadora. Nome engaña.
¡De acuerdo! Vamos a llevarla a casa antes de que se muera. Me espera junto a la acera hasta que llego a la puerta. Está abierta de par en par, y el viento y la aguanieve se cuelan porel recibidor. Las gruesas cortinas adamascadas de las ventanasdelanteras están empapadas. Piso una alfombra mojada, unaoscura alfombrilla de Tabriz que compramos en Bagdad hacetreinta años, ahora considerada una reliquia de museo. James lahizo tasar el año pasado, se pondrá furioso. Los zapatos de Mag-dalena no están. Una taza de té tibio sobre la mesa, a mediobeber.
De repente me encuentro muy cansada. Me siento frente al té y lo aparto, pero no antes de captar un aroma a manzanilla.
Cuántas historias de viejas sobre la manzanilla han demostradoser ciertas. Una cura para problemas digestivos, fiebre, doloresmenstruales, de estómago, infecciones de la piel y ansiedad. Y,por supuesto, insomnio.
¡Un remedio para todos los males!, exclamó Magdalena cuando se lo conté. En realidad, no, dije. No para todos.
Estamos escuchando La pasión según san Mateo. Es 1988. Solti está en el podio del Orchestra Hall, y el público permanececautivado hasta que las cadencias se resuelven. Los acordes deséptima disminuida y las inquietantes modulaciones. El sus-pense apenas soportable. Puedo sentir el calor de los dedosde James entrelazados con los míos, su aliento cálido en mimejilla.
No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 28 Entonces, de repente, es un frío día de invierno. Estoy sola en mi cocina. Doblo los brazos sobre la mesa y apoyo mi cabe-za en ellos. ¿Me he tomado las pastillas esta mañana? ¿Cuántasme tomé? ¿Cuántas harían falta? Ya casi he llegado al punto. Casi he alcanzado ese punto. Y oigo un eco de Bach: Ich bin's, ich sollte büßen. Soy yo la quesufrirá y acabará en el infierno.
Pero todavía no. No. Aún no. Me siento y espero.
Un hombre ha entrado en mi casa sin llamar. Dice que es mi hijo. Magdalena lo corrobora, así que lo acepto. Pero no me gustala cara de este hombre. No descarto la posibilidad de que meestén diciendo la verdad, pero iré con cuidado. No me confío.
Lo que veo: un extraño, un extraño muy guapo. Moreno.
De pelo oscuro, ojos oscuros, un aura oscura, si se me permiteser imaginativa. Me dice que no está casado, que tiene veinti-nueve años, que es abogado. ¡Como tu padre!, comento, astuta-mente. Su oscuridad cobra vida. Frunce el ceño, no hay otraforma de decirlo.
Para nada, dice. Ni lo más mínimo. No puedo ni soñar con llegarle a la suela de los zapatos al gran McLennan. Asesora a los poderosos yhazte de oro. Y hace una medio reverencia fingida ante el retratodel hombre moreno y delgaducho que cuelga en el salón. ¿Porqué no me diste tu apellido, mamá? Los zapatos habrían estado igual dealtos, pero al menos tendrían una forma distinta. ¡Ya basta!, digo bruscamente. Porque ahora recuerdo a mi hijo. Tiene siete años. Acaba de entrar en la habitación, con lasmanos pegadas a los muslos y un gesto glorioso en la cara. Hayagua salpicando por todas partes. Descubro que tiene los bolsi-llos llenos de los pececitos de su hermana. Todavía coletean. Sesorprende ante mi enfado.
Salvamos a algunos, pero la mayoría son cadáveres fríos y mustios para tirar por el retrete. Su arrobamiento no disminuye,contempla fascinado la última cola roja y dorada desaparecerabsorbida. Incluso cuando su hermana descubre la pérdida, no No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 29 se muestra arrepentido. No. Más que eso. Está orgulloso. Per-petrador de una docena de diminutas matanzas en una, de otromodo, tranquila tarde de martes.
Este hombre que dicen que es mi hijo se acomoda en el sillón azul, cerca de la ventana del salón. Se afloja el nudo de lacorbata, estira las piernas y se pone cómodo.
Magdalena me cuenta que has estado bien, dice.
Mucho, digo con frialdad. Todo lo bien que puede estar alguien en mi estado.
Háblame de eso, dice.
¿De qué?, pregunto.
De hasta qué punto eres consciente de lo que te está pasando.
Todo el mundo me pregunta eso, digo. Están sorprendidos de que pueda ser tan consciente, tan.
Fría, dice él.
Sí.
Siempre lo fuiste, dice. Tiene una sonrisa irónica que no carece de atractivo. Cuando me rompí el brazo, estabas más intere-sada en mi densidad ósea que en llevarme al hospital.
Recuerdo que alguien se rompió el brazo, digo. Mark. Era Mark. Mark se cayó del arce que hay frente a la casa de losJaneckis.
Yo soy Mark.
¿Tú? ¿Mark?Sí. Tu hijo.
¿Tengo un hijo?Sí. Mark. Yo.
¡Tengo un hijo! Me quedo de piedra. ¡Tengo un hijo! Me llena de júbilo. ¡Alegría! Mamá, por favor, no.
Pero estoy abrumada. ¡Todos estos años! ¡Tenía un hijo y El hombre se arrodilla ahora a mis pies, abrazándome.
No pasa nada, mamá, estoy aquí.
Me agarro a él con fuerza. Un buen jovencito y, lo más maravilloso de todo, concebido por mí. Hay algo que no está No recuerdo si lo hice- def:maeva 30/8/13 13:40 Página 30 bien en su cara, un defecto en su hermosura. Pero, a mis ojos,esto lo hace aún más adorable.
Mamá, dice pasado un momento. Sus brazos aflojan el apre- tón a mi alrededor y se separa. Al instante echo de menos elcalor, pero lo dejo marchar a regañadientes y me siento en misilla.
Mamá, tengo algo muy importante que decirte. Es sobre Fiona. Ahora está de pie y su cara ha recuperado el gesto oscuro yvigilante que mostraba cuando entró. Conozco esa mirada.
¿Qué le pasa?, pregunto. Mi tono no es cordial.
Mamá, sé que no quieres oír esto, pero se le ha ido la olla otra vez. Ya sabes cómo se pone. Sí que lo sé, pero no respondo. Nunca he animado estos Esta vez está mal. Muy mal. No me habla. Tú solías conseguir apla- carla. Papá, a veces. Pero ella te escuchaba. ¿Crees que podrías hablarcon ella? Hace una pausa. ¿Entiendes lo que te digo? ¿Dónde has estado, cabrón?, le pregunto.
¿Qué?Después de todos estos años, ¿vienes aquí a decir estas cosas?Shhh, mamá. No pasa nada. Estoy aquí. Nunca me he ido.
¿Qué quieres decir? He estado sola. Completamente sola en esta casa. Cenando sola, yéndome a la cama sola. Tan sola.
Eso no es verdad, mamá. Hasta el año pasado tenías a papá. ¿Y qué hay de Magdalena? ¿Quién?Magdalena. Tu amiga. La mujer que vive contigo.
Ah, ella. No es mi amiga. Cobra un sueldo. Yo le pago.
Eso no significa que no sea tu amiga.
Sí, sí que lo significa. De repente, estoy enfadada. ¡Rabiosa! ¡Cabrón!, digo. ¡Me has abandonado! El hombre se pone en pie lentamente y suelta un largo sus- piro. ¡Magdalena!, grita.
¿Me oyes? ¡Cabrón!Te oigo, mamá. Mira a su alrededor, buscando algo. Mi abrigo, dice. ¿Has visto mi abrigo?

Source: http://www.maeva.es/repositorio/lecturas/no-recuerdo-si-lo-hice-inicio.pdf

Powerpoint presentation

 Risk factors  Common types of depression Causes of Depression  Personality Characteristics  low self-esteem, pessimistic world view, low stress  Whether this represents a psychological predisposition or an early form of the illness is not clear.  Continues to be studied extensively  Current thinking explores problems in brain functioning

Antrax in america: a chronology and analysis of the fall 2001 attacks

Anthrax In America: A Chronology and Analysis of the Fall 2001 Attacks Center for Counterproliferation National Defense University The opinions, conclusions, and recommendations expressed or implied within are solelythose of the Center for Counterproliferation Research, and do not necessarily representthe views of the National Defense University, the Department of Defense, or any otherU.S. Government agency.